Historias de las 3 "Cecas" o casas de la moneda del Cusco

Este blog nació con la intensión ante todo de compartir y difundir los conocimientos e historias sobre el Cusco antiguo y colonial dándole además el aporte de mi afición por la fotografía, un ambicioso proyecto personal que intentaba dar información de los 23 templos coloniales del Cusco documentados con información sobre su historia, su arquitectura y numerosas fotografías de los mismos, pero como todo en la vida pues llega un momento en que todo maravillosamente se desborda para bien.

Es así que el actual enfoque del blog es el de compartir información y material gráfico y fotográfico propio de la arquitectura colonial del Cusco dentro del universo hispano y su aporte a nuestra historia colonial, así como empezar a compartir también partes de su historia incaica, ambas como dos grandes fuerzas creadoras del Cusco contemporáneo y mestizo como mestizas son sus calles con cimiento de palacios y kanchas Incas y sus balcones y construcciones españolas fruto del esplendor y efervescencia de del barroco europeo que llegó a las Américas.

Bueno es para mi un lujo el poder compartir material tan especializado y de tanta calidad como el que a continuación quiero presentar.

El trabajo a continuación presentado pertenece al historiador Edurado Dargent Chamot historiador y ha sido motivo de una tesis de Doctorado acerca de las "Cecas" de mi querida ciudad del Cusco en periodos que comprenden el colonial y siguieron hasta la temprana edad de la república peruana, quedo muy agradecido de poder compartirlo humildemente por este medio.

Dentro de lo que más sabemos de la historia de la numismática en la colonia se ha mencionado siempre a la mítica casa de la moneda de Potosí donde se acuñaron las toneladas de plata del Cerro Rico de Potosí y la ceca de Lima pero lo que quizá poco se sabe o se ha difundido es sobre las 3 Cecas que han funcionado en nuestra ciudad. A solicitud del autor se ha de publicar en primer lugar información sobre la segunda y tercera cecas del Cusco para en una segunda publicación compartir información sobre la Ceca de Oro la primera que funcionó en la ciudad imperial.

2.- La ceca realista del Cusco y su continuación republicana

En junio de 1823 las  tropas Realista del general Canterac ocuparon Lima y permanecieron en la capital casi un mes.  El 16 de julio, pocos días antes de cumplirse los dos años de la jura de la independencia, el ejército español salió de la vieja Ciudad de los Reyes y se encaminó a la sierra llevando consigo cuanto de valor pecuniario e industrial pudo cargar.  La Casa de Moneda fue desmantelada sistemáticamente y a lomo de bestia se trasladó el herramental y la maquinaria que por sus características podía ser transportado. El resto de la ceca se entregó a las llamas.  Acompañaron también la marcha hacia la sierra algunos de los oficiales y empleados de la fábrica: El superintendente Pablo Terón, el ensayador y contador Tomás Panizo y Talamantes; el guarda cuños Fernando Gonzales de Varea; el contador de moneda Domingo Arriaga; el portero marcador de la sala de libranzas José Zapata y el guarda vista de la fundición Antonio Imperial Cárcamo.
Al día siguiente de la partida  de Lima, el 17 de julio, informó el general José Canterac al virrey La Serna que durante la ocupación de la ciudad había logrado producir 200,000 pesos con el busto de su Majestad y la fecha de 1823.   Algunas de estas monedas fueron acuñadas usando como cospeles  las piezas de "Perú Libre" de San Martín producidas ese mismo año y en el anterior.

Llegadas las máquinas y herramientas de la ceca a Huancayo quedó encargado el Teniente Coronel Manuel Vigil de su traslado hasta la nueva capital española en el Cusco.
Por concepto de los gastos del traslado Vigil recibió, entre el 14 de enero y el 31 de marzo de 1824 la suma de 3,121 pesos y cuatro reales.  El viaje debió ser difícil y lleno de problemas, pues habiendo salido de Lima el 16 de julio, los empleados y maquinaria se encontraban en Huamanga  recién entre el 18 y el 23 de noviembre, y sólo un mes más tarde, el 19 de diciembre, los documentos informan de la llegada al Cusco.  
Un legajo sobre sueldos habla de la falta de pagos y de la enfermedad del guardia vista Cárcamo, quien por su delicado estado de salud tuvo que permanecer en Andahuailas donde falleció poco después.
Mientras Vigil cumplía su misión, el virrey había ordenado el 28 de noviembre de 1823 que el tesorero de la Casa de Moneda de Potosí, Manuel Solares se trasladase al Cusco a fin de encargarse de la nueva ceca. 
Solares, acatando la superior orden viajó al Cusco y llevó como acompañantes al contador de la ceca altoperuana Juan Bautista de la Roca y al ensayador Gregorio Carril.
Uno de los problemas que debía enfrentar la administración española respecto a la ceca era la ubicación de un local aparente donde establecerla.  Las circunstancias actuaron favorablemente, ya que por ese tiempo los religiosos del convento y hospital de San Juan de Dios habían desalojado sus instalaciones con el proyecto de venderlas: Como el local de los religiosos era adecuado para los fines que se requerían, se optó por establecer en él la Casa de Moneda. 

Esta foto pertenece a la torre de la capilla del antiguo Hospital Colonial de San Juan de Dios del Cusco la misma que es de finales del siglo XIX o inicios del siglo XX.

Colegio Educandas estructura que perteneció al Hospítal de San Juan de Dios del Cusco.

Antigua portada Colonial del Hospital de San Juan de Dios donde funcionó la segunda Ceca del Cusco.



Portada y detalles sobre la Calle Teatro

Hubo, sin embargo, que hacer reparaciones y adecuar la construcción del convento y hospital para el nuevo fin al que se le destinaba.  Se encomendó para ello al sub delegado de Paucartambo, Silvestre Prado, por intermedio de Manuel Zala, alcalde del pueblo de Caicay, para que procediese al corte y envío de maderas para la construcción.  A este fin se enviaron en febrero de 1824 mil pesos para cubrir los gastos.  Días antes se había procedido a remitir un lote de hachas y azuelas para efecto de los trabajos.
Por su parte el tesorero Solares recibió entre el 26 de enero y el 27 de febrero de 1824, la suma de tres mil pesos para la adecuación del local seleccionado. Contrasta con los montos que se acaban de mencionar, la reducida suma de doscientos cincuenta pesos  y cinco reales que recibieron en total los mil indios que transportaron la madera desde Paucartambo hasta el Cusco.
La ciudad del Cusco se benefició en forma directa con el establecimiento de la institución monetaria, ya que para que esta pudiese operar fue necesario reparar los viejos canales y depósitos de agua cuyo cuidado había sido abandonado hacía ya muchos años en detrimento del abastecimiento hídrico requerido por los pobladores.  

Para cubrir los sueldos de los oficiales y empleados de la ceca, el virrey ordenó que se pagasen estos a cuenta de las posteriores utilidades que se suponía produciría la fábrica.  De acuerdo con lo dicho, el 7 de febrero se dispuso una partida de seiscientos ochentisiete pesos siete reales para pagos de sueldos a los empleados de la Casa de Moneda de Lima llegados al Cusco.   En el mismo documento se mencionan los sueldos anuales con sus descuentos reglamentarios correspondientes a cuatro de los oficiales que se trasladaron con la ceca.

Otro documento sobre el ensayador Tomas Panizo y Talamantes indica que este oficial llegado de Lima  ganaba más de 100 pesos mensuales, lo que hace pensar que su cargo se equiparaba en la remuneración con el del guardacuños.
El virrey La Serna, en dos decretos fechados el primero el 6 de marzo y el segundo en 5 de junio de 1824, trata de atraer a los vendedores de pastas de plata para que lleven a vender sus productos a la casa de moneda establecida en el Cusco.   En el decreto del 5 de junio comunica el virrey que ya "el Cuzco se ve ahora con una casa de moneda construida con todos sus elementos."  Más adelante  en el mismo decreto dice, sin embargo, que todo el esfuerzo que se ha desplegado será inútil si los azogueros o rescatadores  no presentan sus pastas de plata para la venta.  Con el fin de atraer a los vendedores, especificaba  en el documento de junio que los precios a pagarse eran los más altos del mercado.  Iban estos desde 7 pesos 2 reales por marco de "piñas bien beneficiadas  y depuradas" hasta 6 pesos por chafalonía o vajilla, indicando además que no se aceptarían las barras fundidas de chafalonía "por los fraudes que cometen los plateros".
Si de un lado el virrey ofrecía los mejores precios, por otro dejaba en claro que no estaba dispuesto a aceptar que el metal fuese entregado a los patriotas o escondido.  Por ello ofrecía tratamientos diversos a todos aquellos a los que se les encontrase conduciendo sus minerales en dirección contraria a Potosí o al Cusco.  Estos tratamientos anotados por el virrey iban desde "Considerárseles no adictos a la causa del rey" a quienes escondían las pastas, hasta la confiscación por la "vehemente presunción de que se conducen a negociarlas con los extranjeros."  
Se enfrentó el gobierno virreinal con dificultades para conseguir el metal necesario para operar eficientemente la recién creada ceca.  En el libro manual principal de la administración del tesoro público del Cusco  se encuentran doce partidas relativas al metal introducido en la ceca en el año 1824 que van desde el 10 de mayo al 11 de diciembre, y de las cuales solo una se refiere a oro.   De estas partidas que no son necesariamente una lista completa, se deduce una acuñación de 65,663 pesos y 2 reales de plata.  Como punto de referencia para comparar el volumen de la acuñación creemos oportuno considerar los 200,000 pesos acuñados durante  la ocupación realista de Lima en 1823.
En los documentos de la época y algunos posteriores se aprecia la dificultad que tuvo la autoridad colonial para conseguir las pastas requeridas por la ceca cuzqueña durante los últimos meses de gobierno español en el Perú.  Los republicanos aducían que esa resistencia a entregar pastas se debía al celo patriótico a favor de la causa de la libertad que compartían los peruanos.
Los realistas veían en la resistencia de la entrega otros intereses no tan idealistas, así como en el caso del intendente de la provincia del Cusco José María Sánchez Chávez quien se quejaba el 25 de julio de 1824 que la dificultad que encontraban para adquirir la plata requerida por la fabrica de moneda era causada por los plateros quienes en su afán de no perder su monopolio que les permitía comprar las pastas entre 5 y 5 1/2  pesos el marco cuando la ceca lo pagaba a mejor precio con lo que habían visto "desaparecer de sus manos el usurario lucro que han tenido hasta ahora", habían iniciado una campaña para desacreditar el sistema de compra de la Casa de Moneda  tan "maliciosa como falsa"  inspirando temores y desconfianza a los vendedores y haciéndoles creer que la Caja, en razón de sus urgencias satisfacía solamente la mitad de los valores que se le presentaban, reservando el pago de la otra parte para después.
Aunque las razones arriba mencionadas como causa de la dificultad para conseguir las pastas para la ceca influyeron cada una en cierta medida, parece más adecuado considerar como responsable del ocultamiento de los metales  la notable decadencia que experimentó la economía cusqueña en los años inmediatamente anteriores a los que se reseñan aquí, sumadas a los justos temores producidos por la crisis política del momento.  Sin embargo, aún con todos esos factores en contra, la ceca cusqueña significó un importante alivio a las finanzas del último reducto virreinal en el Perú.
El 16 de diciembre de 1824 el brigadier Antonio María Álvarez, encargado del gobierno del Cusco, recibió una carta del virrey en la que le comunicaba la victoria definitiva de las armas patriotas en el campo de Ayacucho ocurrida el 9 del mismo mes.  Acompañaba a la carta una copia de la Capitulación firmada por La Serna.   Álvarez dejó correr tres días y el 19 se presentó ante el Cabildo cusqueño para informar los hechos.  Al día siguiente presentó el brigadier su renuncia ante una Junta de Notables de la ciudad.
Con una precisión cronológica difícil de creer casual, el 25 de diciembre entró en triunfo y como  libertador de la ciudad el general cusqueño Agustín Gamarra, futuro mariscal de Piquiza y dos veces presidente de la república.  Gamarra había sido encargado por Simón Bolívar de la prefectura de su tierra natal y fue recibido entre aclamaciones de júbilo que rivalizaron, según decían los contemporáneos, con las deparadas para Cristo Rey en el aniversario de su nacimiento.

Días después, el 16 de enero de 1825, en la misma fecha en que Fernando VII firmaba en España la autorización para fundar una casa de moneda en el Cusco, el nuevo contador de ella Juan Bautista de la Roca informó a las autoridades de la ciudad que la ceca había acuñado en los días 4, 12 y 15 del mes en curso.   Anotaba además de la Roca que la labor continuaba con los mismos troqueles españoles y la fecha 1824, habiéndose cambiado solo la inicial del ensayador pues el cargo pasó de Tomas Panizo y Talamantes, que firmaba con una "T" a Gregorio Carril que marcaba sus monedas con una "G". Gracias a esta información dejada por de la Roca es posible diferenciar las monedas cuzqueñas españolas de las republicanas acuñadas en 1825.          

8 escudos 1837

Eduardo Dargent 
Historiador
(Todos los créditos a su autor)

Pronto estaré publicando acerca de la tercera y primera Cecas del Cusco.


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